Prevenir el photoaging (fotoenvejecimiento)

Causas del fotoenvejecimiento

Alrededor del 80% de los signos que aparecen por el envejecimiento se deben a la acción del sol sobre nuestra piel, diversos estudios afirman que la mayoría de estos signos se deben a una mala protección de nuestra piel. En aquellas zonas que han estado expuestas con mayor frecuencia a las radiaciones ultravioletas, los signos del fotoenvejecimiento se pueden adelantar unos 20 años en comparación con las otras zonas menos expuestas.

El fotoenvejecimiento se suele clasificar en 4 grupos:

  • Leve. Es el más común y suele aparecer 28 a los 35 años. Este fotoenvejecimiento se caracteriza por arrugas y líneas muy leves e incipientes.
  • Moderado. Aparece entre los 35 y los 50 años. Aparecen arrugas ya visibles y queratosis actínicas.
  • Avanzado. Es a partir de los 50 y hasta los 65 años, cuando las arrugas ya son pronunciadas y se aprecian también con ausencia de gesticulación. Hay también lesiones actínicas, queratosis y/o lentigo.
  • Severo. De los 60 a los 75 años. La piel ya presenta arrugas profundas y abundantes lesiones cutáneas.

 

 

En el momento en que la radiación ultravioleta incide sobre la dermis, la capa intermedia de la piel ocasiona cambios en aquellos componentes encargados de ofrecer soporte a nuestra piel:

 El colágeno, que es el elemento encargado de aportar firmeza.

 La elastina, encargada de aportar elasticidad

 Los proteoglicanos que nos ofrecen tersura e hidratación.

Si cualquiera de estos elementos se modifica, causa la pérdida de la firmeza en la piel y es el motivo de aparición de las famosas arrugas, que a su vez aceleran el fotoenvejecimiento de nuestra piel.

  

Como podemos prevenir el fotoenvejecimiento

Para prevenir el desgaste provocado por factores externos como el sol, solamente es necesario seguir una serie de indicaciones como estas:

Los efectos del sol están presentes durante todo el año, así que no te olvides de utilizar un fotoprotector también en las otras estaciones además del verano.

Aplica constantemente el fotoprotector, alrededor de cada dos horas, tras salir del agua o si hemos realizado una actividad en la que hayamos sudado.

Presta una especial atención en aquellas zonas con un mayor grado de exposición como el cuello, rostro, escote o hombros. Una zona muy delicada es la punta de la nariz, ya que el sudor puede eliminar la crema aplicada con anterioridad.

Añade efectividad con un fotoprotector oral, el cual incrementará los antioxidantes y los agentes reparadores en tu cuerpo, especialmente en aquellas personas con piel y ojos claros, así como personas mayores y niños.

Evita las horas centrales del día, puesto que la intensidad de la radiación ultravioleta se intensifica en este periodo de tiempo, además debemos protegernos en otros ámbitos además de en la playa como pueden ser visitas turísticas a ciudades, cuando navegamos en un barco y en general durante actividades al aire libre en las cuales la exposición a los rayos ultravioleta son mayores.

Utiliza una loción protectora para después del bronceado, su composición regeneradora te ayudará a recuperar el estado original de la piel además de refrescarla e hidratarla. Cabe destacar, que el uso de productos antiedad, ricos en vitaminas de tipo C y E, ayudan a combatir en cierta manera los signos del envejecimiento.

 

 

 

 

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